Cuando realizamos la planificación de un proyecto o un negocio, el primer paso es la fijación de objetivos.
Uno de los problemas que me encuentro en muchos proyectos vienen heredados de una mala preparación de objetivos.
No debemos olvidar que los objetivos es lo que queremos conseguir con las estrategias que diseñemos y definamos en la planificación.
Los objetivos, más adelante, permitirán a los responsables poder marcar prioridades en las diferentes tareas y acciones del proyecto, ya que siempre tendrán un punto en el horizonte hacia el que dirigirse.
En más de una ocasión me he encontrado con «líderes» de proyectos que con el plan ya en marcha todavía no tenían unos objetivos claros, y mi primera pregunta ha sido, ¿Cómo sabrás si has tenido éxito, si has fallado? y lo más importante, en ningún caso podrás rectificar el rumbo.
Otro factor muy interesante de los objetivos es el carácter motivador que deben tener sobre el equipo, un equipo que conoce los objetivos, que participa en su obtención, y que tiene información puntual de como su trabajo esta afectando a la consecución de los mismos, será un equipo motivado y eficiente.
Así pues, lo primero que hay que hacer a la hora de planificar un proyecto, un modelo de negocio, una empresa, son los objetivos.
En mi opinión, los objetivos deben de ser:
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Medibles.- Si el equipo no puede ir viendo como se acerca al objetivo, navegará sin rumbo.
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Conocidos.- Si el objetivo no se conoce ni servirá de guía en el rumbo, ni motivará, ni servirá para decidir.
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Alcanzables.- Debe ser alcanzable, que sea un reto, pero, que se pueda llegar.
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Entusiastas.- Debe ser un sitio agradable donde llegar, que cree entusiasmo en el equipo.
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Recordados.- Debe ser recordado habitualmente para que mantenga su efecto y no se olvide.
Todo esto que parece de sentido común, se olvida en la mayoría de procesos de fijación de objetivos.